Ahora el verde es mi color favorito [En curso]

III - Cafetería

Por fin han acabado las tortuosas horas de clase. O eso pensaba, parece que nos dejan un pequeño descanso al mediodía para comer, ¡y luego hay que volver a clases! Menuda tortura, que ganas de volver a casa y abrir tumblr. Por lo menos hoy he conocido a una preciosa chica, Kristen. Tiene la misma edad que yo y según me ha dicho, vamos a las mismas clases. He tenido oportunidad de hablar un poco con ella durante la mañana, me han llamado la atención unas, ¿ocho veces? pero no importa, cualquier cosa por ella.

Vamos a la cafetería, quizás haya algo de comida decente. No me he traído nada de casa, pensando que no teníamos tantas horas... Con lo que me apetece ahora mismo una hamburguesa y esto es lo que hay. Unos sándwiches y zumo de naranja, ¿qué somos, críos de primaria? Creo que pasaré de la comida, en la máquina expendedora hay bolsas de patatas con mejor aspecto. No tengo mucho dinero de todos modos, ir a comer fuera no era una opción válida. Al final me decanté por unas patatas y una lata de refresco.

Muchas de las mesas estaban ocupadas por estudiantes de diferentes grados, a la hora de comer todos los estudiantes se reunían aquí. En otras mesas había profesores riéndose a carcajadas, vaya, pero si el señor Fisch puede reírse, eso sólo significa una cosa y no una buena, ¡Se acerca un apocalipsis! Mejor no hacer contacto visual.

Alcancé a ver una mesa vacía en una esquina, ¡Aleluya! Pensaba que iba a comer en el asqueroso césped. Me encaminé hacia la mesa cuando algún mal nacido me puso el pie provocando que cayera. Tenía reflejos suficientes como para poner las manos y no dejarme la dentadura en el suelo. Pero, de poco sirvió, mi muñeca izquierda crujió de una manera no muy agradable. Levanté la vista y allí estaban, los idiotas riéndose.

— ¿Oh, que ha pasado Rebecca? Parece que te has caído. — Todos reían ante su comentario, ¿tan gracioso era? —Serás imbécil, ¿en serio, ponerme el pie para hacerme caer? A ver si esto te hace gracia. — No aguanté más. Le solté tal puñetazo en la cara que hasta me dolió a mí. Su nariz no paraba de sangrar, se llevó las manos a la cara en un intento fallido de parar la hemorragia. — ¡Joder! No saldrás viva de aquí. — Los lameculos que estaban sentados, ahora se habían puesto detrás suyo como esperando alguna orden. Como si me fueran a asustar. — ¿Eso crees? Te va a faltar calle para correr, porque te voy a reventar lo que te queda de cara. — Justo cuando el segundo puñetazo iba en camino alguien me cogió del brazo. — ¿Se puede saber que está ocurriendo aquí?— Mierda, el profesor de... ¿gimnasia? Si, de gimnasia, ese chándal lo delata. —Al despacho del director. — Nos señaló a los dos. — ¡AHORA!— Que asco de escuela, para un día que vuelvo y ya me reclaman en el despacho, genial. Nos encaminamos al infierno, noté una mirada sobre mí. Era Kristen, me miraba preocupada. Se levantó y antes de que pudiera llegar a mí, un chico alto se puso en medio. Agh que oportuno, quise dar la vuelta para ir con ella, pero un brazo me agarró de la chaqueta. — ¿A dónde te crees que vas? Te he dicho al despacho, ¡sin rechistar!— Lo siento Kristen, iré por ti más tarde, espero no salir muy tarde...